La mitología griega fue una de las primeras en desarrollarse en nuestro mundo. Los griegos tenían dioses para todo, y los veneraban de diferentes maneras en diferentes partes de Grecia. Los dioses griegos eran vengativos y violentos cuando no se hacía lo que ellos querían. Para seguir en sus condiciones de inmortales, ellos tenían que comer ambrosía, una especie de ensalada de fruta que era exclusivamente para ellos. Ningún mortal podía siquiera pensar en comer de ese manjar sagrado, pues sería castigado terriblemente. Los dioses sentían cierta apatía por los seres humanos, los consideraban inferiores y sus esclavos. Por eso cuando Prometeo les dio el secreto del fuego, los dioses se enfurecieron ya que nunca más tendrían el control sobre los humanos.
Estas y muchas más leyendas y mitos griegos perduran hoy en día, dándonos una visión sobre la antigua cultura griega y su mitología. Decidí hablar sobre este tema porque en lo personal se me hace muy interesante, y creo que puede ser del agrado de mis compañeros.
Todo lo que sucedió en Grecia, todas las aportaciones que hicieron al resto del mundo, todo surgió a partir de su mitología. Los relatos tan famosos como La Iliada y la Odisea surgieron a partir de ella. Los templos y esculturas tan perfectamente elaborados fueron producto de la imaginación de los esculpidores y arquitectos, pero en vez de buscar un renombre o fama, se hicieron para venerar a sus dioses principales.
En la mitología griega existe un sin fin de dioses y cada uno tiene una función específica. Dentro de este proyecto se intentará dar una explicación sobre las bases de la mitología griega y una reseña sobre los dioses más importantes y sus significados.
Se espera que con esto, el lector tenga un poco más claro la ideología griega, el porqué crearon a sus dioses míticos y los beneficios que esto aportó a su cultura.
Existen diversas teorías del origen del universo y del ser humano dentro de la cultura griega. Algunas de éstas teorías afirman que al principio sólo existían Océano y Tetis; otras afirman que todo partió de la creación del cosmos. Pero nosotros nos vamos a basar en la Teogonía de Hesíodo.
J. Venys, el autor del artículo “Cosmogonía” nos presenta el desarrollo de ésta cosmogonía y cómo se creó el universo partiendo de la misma. El propósito del autor es el de informar al lector de cómo a partir del Caos se fueron formando el universo y la vida humana como los conocemos. También quiere proporcionar al lector las herramientas necesarias para poder entender la cosmogonía griega. Este artículo está organizado en forma cronológica y explica en detalle la formación del universo y de los dioses griegos, dando así lugar a la creación del ser humano.
Los subtemas que se van a desarrollar a lo largo de este subtema son:
Existencia del Caos y sus definiciones
La creación de Gea, Tártaro y Eros.
El nacimiento de los Titanes
La creación del universo.
Al principio, lo único que existía era el Caos. El caos era un lugar vacío, era el espacio, la nada. El caos era como "un estado de confusión" según los estoicos; el caos era el lugar dispuesto para la creación del todo. El Caos dio origen a la noche y a las tinieblas, quienes a su vez dan origen a Éter (aire claro) y Hemera (día). Aquí se resalta cómo la luz se originó de la obscuridad “el día y el aire claro nacen de la noche y las tinieblas”
Después del Caos surgieron Gea, Tártaro y Eros. Gea es mejor conocida como la tierra, Tártaro es el infierno y Eros fue el hijo de estos dos, un dios que es asociado comúnmente con el deseo carnal. En la lectura no se explica cómo aparecieron Gea, Tártaro y Eros. Sin embargo, en el libro “Mitología Griega” de Ángel Ma. Garibay de editorial Porrúa se describen a Gea y a Tártaro como hijos del caos. Gea “está relacionada con el aspecto femenino del Cosmos y consiguientemente con la fecundidad de la Tierra”
De la tierra se originan el cielo (Urano) las montañas y el mar (Ponto). Ahora, Gea se une con Urano dando origen a los Titanes. Esto es simbólico porque los titanes eran seres gigantescos que literalmente podían tocar el cielo. Los titanes simbolizan la unión del cielo y de la tierra. De los titanes que destacan en la mitología griega se pueden mencionar a Océano, Hyperión, Tetis, Rea y Cronos. Siendo este último el más importante.
Urano no deseaba que sus hijos salieran de la tierra así que “Urano, a medida que sus hijos iban naciendo, los encerraba en el seno de Gea” La tierra se hartó de tal situación así que planeó una forma para mantener a Urano en paz. Cronos, el titán más pequeño aceptó ayudar a Gea y emboscaron a Urano. Cronos castró a Urano. Al hacer esto, los titanes se convierten en los nuevos dioses, siendo Cronos su rey.
A partir de esto, se crea el universo. Cuando Cronos castró a Urano el espacio que existía entre el cielo y la tierra (el Caos) quedó abierto para siempre, permitiendo así la creación de otros planetas y otras formas de vida.
La argumentación del autor es válida puesto que ha sido aceptada por ser la Teogonía de Hesíodo. En cuanto a si es convincente o no, eso depende del punto de vista de cada lector, existen diferentes teorías del origen del universo basadas en la cultura griega que difieren de ésta.
Desde mi punto de vista creo que esta es una teoría bastante lógica y la explicación en detalle de cada suceso es importante. Muchas de las teorías actuales también están basadas en la existencia de un espacio vacío en el cual se fueron formando las galaxias y los planetas.
No encontré falacias en el razonamiento del autor, él estaba basado en otro autor y no descubrí algún tipo de falacias en su argumentación y razonamiento.
El tema es importante y trascendente. Explica la forma de pensar de los antiguos griegos y de cómo fueron dando origen a su mitología y a sus dioses. Ésta teoría sobre el origen del universo según los griegos es la más aceptada por los historiadores y, partiendo de ella, se puede entender un poco más el origen de la cultura griega.
¿QUÉ ES A MITOLOGÍA GRIEGA?
es el conjunto de mitos y leyendas pertenecientes a los antiguos griegos que tratan de sus dioses y héroes, la naturaleza del mundo, los orígenes y el significado de sus propios cultos y prácticas rituales. Formaban parte de la religión de la Antigua Grecia. Los investigadores modernos recurren a los mitos y los estudian en un intento por arrojar luz sobre las instituciones religiosas y políticas de la antigua Grecia y su civilización, así como para entender mejor la naturaleza de la propia creación de los mitos.
La mitología griega aparece explícitamente en una extensa colección de relatos e implícitamente en artes figurativas tales como cerámica pintada y ofrendas votivas. Los mitos griegos intentan explicar los orígenes del mundo y detallan las vidas y aventuras de una amplia variedad de dioses, héroes y otras criaturas mitológicas. Estos relatos fueron originalmente difundidos en una tradición poética oral, si bien actualmente los mitos se conocen principalmente gracias a la literatura griega.
Las fuentes literarias más antiguas conocidas, los poemas épicos de la Ilíada y la Odisea, se centran en los sucesos en torno a la Guerra de Troya. Dos poemas del casi contemporáneo de Homero, Hesíodo, la Teogonía y los Trabajos y días, contienen relatos sobre la génesis del mundo, la sucesión de gobernantes divinos y épocas humanas y el origen de las tragedias humanas y las costumbres sacrificiales. También se conservaron mitos en los himnos homéricos, en fragmentos de poesía épica del ciclo troyano, en poemas líricos, en las obras de los dramaturgos del siglo V a. C., en escritos de los investigadores y poetas del período helenístico y en textos de la época del Imperio romano de autores como Plutarco y Pausanias.
Los hallazgos arqueológicos suponen una importante fuente de detalles sobre la mitología griega, con dioses y héroes presentes prominentemente en la decoración de muchos objetos. Diseños geométricos sobre cerámica del siglo VIII a. C. representan escenas del ciclo troyano, así como aventuras de Heracles. En los subsiguientes periodos arcaico, clásico y helenístico aparecen escenas mitológicas homéricas y de otras varias fuentes para complementar la evidencia literaria existente.
La mitología griega ha ejercido una amplia influencia sobre la cultura, el arte y la literatura de la civilización occidental y sigue siendo parte del patrimonio y lenguaje cultural occidentales. Poetas y artistas han hallado inspiración en ella desde las épocas antiguas hasta la actualidad y han descubierto significado y relevancia contemporáneos en los temas mitológicos clásicos.
La mitología griega
Es el conjunto de mitos y leyendas pertenecientes a los antiguos griegos que tratan de sus dioses y héroes, la naturaleza del mundo, los orígenes y el significado de sus propios cultos y prácticas rituales. Formaban parte de la religión de la Antigua Grecia. Los investigadores modernos recurren a los mitos y los estudian en un intento por arrojar luz sobre las instituciones religiosas y políticas de la antigua Grecia y su civilización, así como para entender mejor la naturaleza de la propia creación de los mitos.
La mitología griega aparece explícitamente en una extensa colección de relatos e implícitamente en artes figurativas tales como cerámica pintada y ofrendas votivas. Los mitos griegos intentan explicar los orígenes del mundo y detallan las vidas y aventuras de una amplia variedad de dioses, héroes y otras criaturas mitológicas. Estos relatos fueron originalmente difundidos en una tradición poética oral, si bien actualmente los mitos se conocen principalmente gracias a la literatura griega.
Las fuentes literarias más antiguas conocidas, los poemas épicos de la Ilíada y la Odisea, se centran en los sucesos en torno a la Guerra de Troya. Dos poemas del casi contemporáneo de Homero, Hesíodo, la Teogonía y los Trabajos y días, contienen relatos sobre la génesis del mundo, la sucesión de gobernantes divinos y épocas humanas y el origen de las tragedias humanas y las costumbres sacrificiales. También se conservaron mitos en los himnos homéricos, en fragmentos de poesía épica del ciclo troyano, en poemas líricos, en las obras de los dramaturgos del siglo V a. C., en escritos de los investigadores y poetas del período helenístico y en textos de la época del Imperio romano de autores como Plutarco y Pausanias.
Los hallazgos arqueológicos suponen una importante fuente de detalles sobre la mitología griega, con dioses y héroes presentes prominentemente en la decoración de muchos objetos. Diseños geométricos sobre cerámica del siglo VIII a. C. representan escenas del ciclo troyano, así como aventuras de Heracles. En los subsiguientes periodos arcaico, clásico y helenístico aparecen escenas mitológicas homéricas y de otras varias fuentes para complementar la evidencia literaria existente.
La mitología griega ha ejercido una amplia influencia sobre la cultura, el arte y la literatura de la civilización occidental y sigue siendo parte del patrimonio y lenguaje cultural occidentales. Poetas y artistas han hallado inspiración en ella desde las épocas antiguas hasta la actualidad y han descubierto significado y relevancia contemporáneos en los temas mitológicos clásicos.
Relatos De La Mitología Griega.
Relativo al culto de esta poderosa civilización, es imprescindible, que nos detengamos en ver, aunque sólo sea de pasada, los mitos que componían la religión de los griegos. No pensemos que el nombre de Mitología obedece, en modo alguno, al carácter que para el ciudadano griego tenían sus dioses. Podían, en el fondo, dudar de la mayor o menor intervención de éstos en los asuntos terrestres, pero en cualquier caso, la fe ciega en su existencia era común a todas las clases sociales.
De los tres elementos primordiales en la creación del mundo, el Caos y Eros eran, por sí mismos, infecundos. El tercero de ellos Gaia (la Tierra), pudo sin embargo engendrar por sí sola, sin ayuda de macho alguno, a Urano (el Cielo), a las Montañas y al Pontos (el Mar).
Una vez creado Urano, Gaia tendrá continuos amores con él; sin embargo, el ambicioso dios va hundiendo en las entrañas de la tierra a toda su descendencia. Cansada la diosa de ello, decide terminar con el cruel y fecundador Urano. Uno de sus hijos, de muy corta edad, le corta los testículos con una hoz por indicación de su madre; es el astuto Cronos, que ahora se desposaría con su hermana Rea. De esta unión fueron naciendo cinco hijos, que Cronos devoraba por temor a que se cumpliera la predicción hecha por sus padres, según la cual estaba condenado a tener el mismo fin que Urano. Cuando Rea concibió el sexto de sus hijos, envolvió una piedra en unos pañales y se lo entregó a su esposo, quien pensó que se engullía al niño nacido. Este, Zeus, fue criado en secreto y, ya adulto, obligó a Cronos, con ayuda de una droga, a vomitar a sus cinco hermanos. Después, y tras largas luchas, logró vencer a su padre y se erigió en el señor del universo. Pasó a ocupar la más alta cima de Grecia, el Olimpo, inaugurando así la dinastía de los grandes dioses.
Las ninfas del monte donde el niño Zeus había sido escondido de la voracidad de su padre le cuidaron sin escatimar esfuerzos ni atenciones. Todo lo que había a su alrededor fue puesto a su disposición, y Zeus, alimentado con la leche de la cabra Almaltea, pudo criarse con gran magnificencia.
Zeus encarna el dios supremo, el rey absoluto de la creación. Por una parte, es el dios de la perfección, el todopoderoso entre dioses y hombres. De otra, sus costumbres y vicios se igualen a los de los mortales. Sus numerosos incestos, adulterios y engaños, originarían el resto de la Mitología de los griegos.
Pero Zeus no es, desde luego, un dios más. Al referirse a él, los griegos lo reverencian como si fuera el único, pareciendo a veces que su religión es monoteísta. Es el principio de todo, el único dios verdaderamente libre, el creador de lo favorable y de lo adverso.
La legítima esposa de Zeus fue Hera, su hermana. Las incontables aventuras del dios con otras diosas e incluso con mujeres mortales, no impedían que amase sobre todo a su esposa, a quien incluso contaba sus devaneos como si tratara de faltas sin importancia. En la Iliada, Zeus se dirige a su esposa en estos términos:
"Ven, y ahora reposemos y entreguémonos a las delicias del amor, jamás diosa ni mortal me inspiraron tantos deseos; ni la esposa de Ixión, que dio a luz a Pirítoco, no menos estrenuo que los dioses; ni la hija de Adrisio, Dánae, madre de Perseo, el más ilustre de los hombres; ni la hija del glorioso Fénix, que parió a Minos y Radamanto; ni en Tebas, Alcmena, madre de Heracles, el de temible alma, y Sémele, madre de Dionisio, que era la alegría de los humanos: no ni la rubia Démeter, ni Leto, ni tú misma me habéis inspirado jamás el amor que siento por ti y los deseos que me enajenan."
Como puede verse --y en este pasaje no están incluidas todas las mujeres que Zeus poseyó--, Hera tenía motivos para sentir celos, los cuales, sin embargo, sobrellevaba con paciencia infinita.
Así tuvo especiales motivos para sentirse celosa de Leto, intentando evitar por todos los medios que ésta diese a luz a Artemis y a Apolo, que llevaba en su seno. Aunque retuvo en el Olimpo a IIitio para que no la auxiliara en el parto, el "árbitro de los dolores" consiguió escaparse y se encontró con Leto en la isla de Delos en el momento critico. "El parto sobrecogió a Leto, la cual, sintiéndose próxima a parir, apoyó sus rodillas en el tierno césped y la tierra sonrió a sus pies, y el niño salió a la luz...Las diosas lo lavaron pura y constantemente con agua limpia, y le dieron por pañales un velo blanco, ligero, recién tejido, y lo fajaron con un cinturón de oro. La madre no amamantó a Apolo, pero Tetis, con sus manos inmortales, le dio a gustar el néctar y la amable ambrosía.
Los amores del dios supremo siempre se veían satisfechos. La hermana de Leto, Asteria, fue convertida en codorniz y arrojada al mar por no acceder a sus deseos.
Entre las innumerables aventuras amorosas que Zeus tuvo con mujeres mortales, la que más celos despertó en Hera fue, probablemente, Io. Para disimular la pasión que a causa de su excepcional belleza sentía el rey del Olimpo hacia ella, la transformé en una vaca blanca. Sin embargo, sus esposa advirtió el ardid y le rogó que le regalara aquel animal. Zeus no pudo negarse y entonces Hera confió la transfigurada Io a Argos, monstruo de cien ojos que la mantuvo atada a un árbol. Sin embargo, Zeus encargó a Hermes que matara al monstruo, obligando a Hera a imaginar un nuevo suplicio: un enorme tábano se ensañó con la vaca obligándola a emprender desenfrenada carrera al final de la cual llegó a Egipto, donde Zeus pudo restituirla a su forma original, naciendo de ella Epafos.
Menos dramática es la historia de los amores con Europa, ninfa de extraordinaria hermosura que, estando un día cogiendo flores junto al mar, vio un espléndido toro. Prendada de la belleza del anima, la virgen se acercó a él e incluso montó sobre su lomo. El toro --Zeus-- emprendió entonces veloz carrera, y Europa vio, aterrada, asida a los cuernos del animal, como éste se metía en el mar, a través del cual llegó a la isla de Creta, donde estaba preparado el tálamo nupcial.
Atenea es la hija predilecta del rey de los dioses. El hecho mismo de su nacimiento, da esta diosa un especial carácter: Cuando Metis, una de las amantes de Zeus, estaba próxima a dar a luz, éste, temeroso de que se cumpliera el vaticinio hecho por Gea y Urano de que aquel hijo se apoderaría de sus atributos, convenció a Metis y la introdujo en sus propias entrañas. Seguía así las huellas de su padre Cronos, aunque aquél no llegó nunca a tragarse a su esposa. Embarazado con aquel bulto, Zeus acudió a su hermano Hefestos, quien con un golpe en la cabeza hizo que saliera por ella Atenea provista ya de sus armas y atributos. Diosa de la guerra y protectora de los combatientes. Atenea poseía una especial y serena belleza que inspiró algunas pasiones entre los habitantes del Olimpo; sin embargo, se conservó siempre doncella. Su papel en la guerra de Troya fue muy importante, puesto que defendió y protegió a los griegos en numerosos trances en contra de los troyanos.
Apolo era, como ya dijimos, hijo de Zeus y de Leto, a pesar de todo lo que Hera hizo para impedir su nacimiento. Cuando nació el nuevo dios, su madre era todavía perseguida por la serpiente Pitón, un terrible dragón hembra que Hera había enviado para vengarse de Leto. Apolo atacó al monstruo y le obligó a retirarse. Posteriormente, con ocasión de encontrarse Apolo en Parnaso, vio allí a la Pitón y, con un mortífero dardo, se deshizo de ella para siempre.
Frecuentemente se ha unido la figura de Apolo con la de Heracles, puesto que ambos aparecen juntos en diversas ocasiones. Con ocasión de ir este último a Delfos a consultar sobre una dolencia que padecía, la Pitia se negó a subir al trípode profético. Heracles, furioso, se apodera entonces de ella y se la lleva. Avisado de ello Apolo, sale en su persecución y entabla con él una lucha feroz cuyo final determina Zeus enviando un rayo que cae entre ambos. Interpretado ello como que el padre de los dos hermanos no permite la pelea, cesan la lucha y desde entonces no vuelven a tener altercados. Cuando posteriormente Heracles fue divinizado, el carro que le condujo hacia el Olimpo era conducido por Atenea y acompañado por Apolo, que pulsaba la lira.
Los amores de Apolo con mujeres mortales fueron, al igual que los de su padre Zeus, innumerables. Una de sus victimas, Casandra, hija del rey Príamo y de Hécuba, prometió ceder a las insistencias del dios a condición de que este le enseñara el arte adivinatorio. Cuando Apolo accedió, la joven se retractó de su promesa, sabiendo que la divinidad no podría hacer lo mismo. Sin embargo, el astuto dios ideó un ardid: pidió a Casandra que le permitiera al menos darle un beso. Cuando ésta cedió a la petición, Apolo la escupió en la boca, con lo que anuló todo poder de persuasión de la bella Casandra. De aquel modo, la joven podía predecir los acontecimientos, mas era en vano, puesto que nadie podría creerla.
En cierta ocasión Apolo presenció como Cirene, hija de Hipseo, rey de los lapitas, se enfrentaba sola a un león al cual consiguió abatir.Prendado de ella, el dios la condujo en un carro de oro tirado por cisnes hasta Lidia, donde la joven dio a luz a Aristeo.
Acacalis, la hermosa hija del rey de Creta Minos, tuvo varios hijos de Apolo. Uno de ellos fue Mileto, fundador de la ciudad del mismo nombre y que llegó a ser una de las más ilustres ciudades de la Jonia. Según la leyenda, Acacalis lo internó en un bosque apenas nacer, y allí fue alimentado por una loba hasta que lo encontraron unos pastores que lo educaron.De belleza prodigiosa, Mileto cautivó el amor de su abuelo, Minos, quien no dudó en atentar contra su virtud. Mileto huyó y, embarcándose, llegó a Caria, donde fundó la ciudad que lleva su nombre.
Otra de las mujeres de Apolo fue Roio, a quien su padre Estafilos colocó en un cofre y abandonó en el mar al advertir que se encontraba encinta. Las olas la transportaron a Eubea, donde nació Anio. Apolo llevó al niño a Delos, y allí le confirió el don de la profecía. Aquel regalo lo hizo extensivo a las hijas de Anio, Eno, Espermo y Elois, quienes recibieron el don de hacer abundante la producción del vino, cereales y aceite. Se las llamóoinotropi, es decir, las que pueden convertir el agua en vino.
El hermoso Apolo no se limitó a tener amores con mujeres, sino que llevado de su pasión desenfrenada, deseó también repetidas veces jóvenes de su mismo sexo.Parece que la leyenda más difundida respecto a Ciprasio era la de que, viéndose acosado por Apolo, huyó hasta las orillas del Oronte, donde el dios lo convirtió en un ciprés.Se cuenta que Cipraso, habiendo matado por accidente a un ciervo compañero predilecto en sus correrías, quedó embargado de una profunda tristeza; el ciprés tomó de él su nombre por ser el árbol dedicado a los muertos.
Igualmente patético fue el fin de Jacinto, hermoso mancebo deseado por Apolo y al que acosaban al mismo tiempo Bóreas y Céfiro. En cierta ocasión, se encontraba con Apolo practicando su juego favorito, el lanzamiento del disco, cuando este objeto, lanzado fuertemente por Céfiro, fue a estrellarse contra una roca, hiriendo de rebote a Jacinto en la sien y causándole la muerte instantánea. De su sangre brotó la planta que lleva su nombre, el jacinto.En recuerdo a esta leyenda, en Laconia se celebran anualmente las Hiakintias, fiestas importantísimas de Amiclea, donde se hallaba enterrado el joven debajo mismo de la estatua de Apolo. Las fiestas duraban tres días, el primero de los cuales estaba dedicado totalmente a celebrar con profunda tristeza la muerte de Jacinto.
Hermes es un de los dioses del Olimpo con más variadas atribuciones. Su poder lo desempeña igualmente en los espacios celestes que en los subterráneos o los terrestres. de inteligencia flexible, dotado de una movilidad singular, era uno de los dioses más populares tanto entre los dioses como entre los hombres.
Pero Hermes es, ante todo, el mensajero de los dioses, razón por la que esta provisto de sandalias aladas que le otorgan especial rapidez de movimientos. Frecuentemente es requerido por Zeus para que le preste algún servicio, aunque todos los dioses se valen de él en alguna ocasión. Homero relata como Hermes fue en busca de la ninfa Calipso para terminar con la cautividad de Ulises: "Ata a sus pies las bellas y divinas sandalias de oro que lo llevan, ya sobre las olas, ya sobre la tierra inmensa, tan rápido como el soplo de los vientos. coge en seguida el ramo que le sirve a medida de sus deseos para encantar a los dioses de los humanos o para despertar a los que han sido dominados por el sueño. Con esta varita en la mano, Hermes emprende su vuelo; desciende en la Pieria; del éter cae sobre las olas y se lanza como gaviota que a lo largo de los temidos golfos del mar inagotable persigue a los peces y hunde sus fuertes alas en la salada espuma. Así, el dios de desliza por la inmensidad de las olas." La varita a la que se refiere Homero, fue posteriormente perfeccionada. Primero se convirtió en una recta barra terminada en un arabesco que, más tarde, pasó a convertirse en dos serpientes enrolladas a lo largo del caduceo.
La influencia de Hermes sobre los mortales fue enorme. A él se deban multitud de conocimientos, como la escritura, que trasladó a los egipcios apenas inventada; la astronomía y las matemáticas; la música, puesto que inventó la lira que regaló a su hermano Apolo, así como la flauta y la siringa. Era igualmente el dios del comercio y de las leyes. Adorado especialmente por los comerciantes, cuya fama de ladrones era común, vino a ser también el dios protector de los ladrones.
Amparaba muy especialmente Hermes a los que viajaban por los caminos, y esta ayuda era agradecida simbólicamente por medio de las hermas. Las hermas eran un montón de piedras, una especie de postes indicadores, que se iban formando piedra a piedra al ser éstas arrojadas por los caminantes. Con ello, el viajero cumplía un doble fin, agasajando al dios y ayudando a los caminantes a conocer el camino. Con la piedra arrojada a la herma, el viajero se despojaba del cansancio. Poco a poco creció la importancia de las hermas.Cada vez adquirieron mayor tamaño y terminaron por verse coronadas por la cabeza del dios, hasta que fueron sustituidas por indicaciones más artísticas --aunque continuaron conservando el nombre de herma--. Era deber del caminante ir cumpliendo el debido tributo al dios protector, que de aquel modo vio su busto reproducido en todas partes.
En cuanto a los amores de Hermes, el himno homérico le considera padre de Pan: "Habiéndole sobrevivido la languidez del deseo, consumíase de pena, por lo que se unió a la ninfa Driope. Consumado el matrimonio floreciente, la ninfa dio a luz en su casa al hijo querido de Hermes, prodigioso a primera vista, dios con los pies de cabra, bicorne, enamorado de las danzas bulliciosas y dulcemente risueño. La madre dio un salto y huyó, y la nodriza abandonó al niño, sobrecogida de temor al ver su rostro duro y barbado. El benévolo Hermes lo recogió en seguida en sus manos y rebosante de alegría su alma, se apresuró a llevarlo a la mansión de los inmortales después de haberlo envuelto en la piel velluda de una libre montana".
Ares es un dios diferente a los demás pobladores del Olimpo.No despierta si el sentimiento de amor ni el de la benevolencia. Protector de la guerra, es un ser brutal, capaz de atacar a los mismos a quienes ha prometido su protección. En la Iliada, el padre Zeus de dirige a él en estos términos:"Divinidad inconstante, tú eres el más odioso de los olímpicos: sin cesar te complaces en las discordias, en los combates, en las disputas...Cruel como eres, si hubieras salido de otra divinidad, hace tiempo que hubieras descendido a la última categoría de los moradores del cielo". Mejor trato recibe Ares en el himno homérico hecho en su honor: "¡Poderosísimo Ares, carga con los carros de guerra, dios del áureo casco, de alma impetuosa, portaescudo, salvador de las ciudades, armado de bronce, de robusta mano, infatigable, fuerte por tu lanza, defensa del Olimpo, padre la belicosa victoria, auxiliar de Temis, tirano de los rebeldes, jefe de los justos, rey del valor, escucha, aliado de los mortales, dispensador de la valerosa adolescencia..., hay que yo pueda sacudir de mi cabeza la triste timidez y también poder dominar en mi espíritu los engañadores anhelos del alma; además, refrena la acre cólera que me impulsaría a comprometerme en horribles combates..., dame el verdadero valor; concédeme vivir bajo las dulces leyes de la paz, después de haber escapado de las batallas contra los enemigos y de las Moíras violentas!"
Respecto a su nacimiento, parece que Ares fue el único hijo legítimo de Zeus. En la Iliada, al padre de los dioses le apostrofa: "Tu eres mi hijo y es mi esposa la que te ha dado a luz", como final de un coloquio en el que el padre dice al hijo: "Tu tienes el espíritu inflexible e intratable de tu madre, a quien a duras penas consigo dominar con mis reprimendas; supongo que ahora sufres por haber seguido sus lecciones".
Aunque el cruel Ares nos sostiene relaciones cordiales con ninguno de los moradores del Olimpo, Con Atenea tiene especial enemistad. Cierto que la diosa es protectora de la guerra, más sus intervenciones son siempre con un carácter de nobleza y de combatividad que nada tiene que ver con el despotismo y la brutalidad del dios. En la guerra de Troya, se pone del lado de los troyanos y tiene que enfrentarse a Atenea, que estuvo siempre de parte de los griegos. En la Iliada, Homero nos describe el encuentro definitivo: "De pronto los dioses se embisten con terrible estrépito, chocan unos con otros y Ares, destructor de la armadura, lanzándose jabalina en mano contra Atenea, le dirige estas ultrajantes palabras: "¿Por qué, perra impúdica, introduces la discordia entre los dioses? Ta audacia es insaciable y tu corazón está henchido de orgullo...Ahora expiarás todo el mal que has hecho". y diciendo esto, golpea la égida, arma espantosa que resistía incluso a los rayos de Zeus. El sanguinario Ares la hiere con su gran jabalina. La diosa retrocede y con vigorosa mano coge una enorme piedra de la llanura que antiguamente habían colocado allí los primeros hombres para marcar el límite del campo. La arroja y alcanza en la garganta al dios de la guerra, cuyas rodillas se doblan. Cae y cubre siete yagudas: su cabellera está manchada de polvo. "Afrodita" coge por la mano al dios herido, que lanza profundos suspiros, y le cuesta trabajo reanimar su espíritu. Quiere llevarlo lejos del campo de batalla, pero instigada por Hera, Atenea "deja caer su mano sobre el seno de la diosa, que siente desfallecer su corazón y doblarse de rodillas.Las dos deidades vencidas yacen extendidas sobre los fértiles surcos".
Especialmente interesante es la leyenda que comparte Cadmo, fundador de la ciudad de Tebas, con el formidable dios de la guerra. Ares se enemistó con él por haber éste matado a un dragón que asolaba el país y que era hijo de Ares y de la ninfa Telfusa. Como explicación, el mortal tuvo que ponerse al servicio del dios durante un año. Le fueron entregados la mitad de los dientes del dragón, y por orden de Ares sembró todos ellos. De la tierra salieron hombres de formidable aspecto y perfectamente armados. Cadmo se asustó y los apedreó. Cuando los enormes seres se vieron provocados,entablaron entre ellos una formidable lucha que terminó con la muerte de todos, excepto de cinco, los conocidos con el nombre de Espartos y que fueron hechos ciudadanos de la ciudad fundada por Cadmo.
Cuando Ares se reconcilió con Cadmo, éste le entregó a su hija Harmonía, con quien se casó celebrando una magnífica fiesta a la que asistieron todos los dioses.
Afrodita, la deidad del amor, siempre demostró especial predilección por los guerreros. Según la leyenda más difundida, Afrodita esa esposa de Hefesto, cuyo lecho profanó para tener en él amores con la bella diosa. Pero Helios, el Sol, avisó de ello a Hefesto, quien inmediatamente ardió en deseos de venganza. Para ello, se dirigió a su fragua, y allí forjó unas ligaduras que no podían desatarse ni romper por medio alguno. Después regresa a su palacio y rodea el lecho con una tela de araña formada por el prodigioso lazo. Se marcha después a Lemnos y Ares que vigila todos sus movimientos, vuelve entonces al tálamo, donde le espera la gentil Afrodita. Cogiéndola de la mano, le susurra:
"--Ven, mi bien amada, vayamos a echarnos en el lecho. Hefesto ya no está entre nosotros y con toda seguridad se encuentra en Lemnos, en casa de los sintianos de bárbaro lenguaje--. Y la diosa le parece dulce dormir con él. Suben ambos al lecho y de pronto los hilillos, hábilmente preparados por el ingenioso artesano, caen alrededor. No pueden moverse no deshacerse de ellos, y los dos comprenden que no tienen escapatoria posible".
Entonces Hefesto, que ha regresado al escenario de los hechos, convoca a todos los dioses para que presencien el espectáculo de los infieles. "Poderoso Zeus --dice--, y vosotros, venturosos inmortales, venid, acudid a divertiros y a indignaros. A causa de mi deformidad, la hija de Zeus, Afrodita, me desprecia siempre y tiene amores con el feroz Ares, que es bello y ágil, mientras que yo me encuentro enfermo; pero no es culpa mía, sino de mis padres, que no hubieran debido engendrarme. Ved cómo se han dormido en mi lecho mientras se acariciaban; me siento afligido al mirarlos, pero espero que pronto no apetecerán más este reposo ni un momento, y estarán hartos del lecho aunque se amen". En efecto, acuden todos los dioses, aunque las diosas permanecen en sus moradas por pudor. Ante aquel espectáculo, presenciado no sin ciertas sonrisas burlonas por los moradores del Olimpo, Hefesto accede, por petición de varias divinidades, a que los amantes sean liberados. Como castigo, Afrodita es enviada a la isla de Chipre, en tanto que Ares huye a Tracia país que siempre le había complacido y del que se decía que era natural.
La diosa de la belleza y del amor, de la generación y de la fecundidad, es, como se ha dicho, Afrodita, cuyo imperio abarca los espacios celestes, el mar y la tierra. "Querida hija, los trabajos de la guerra no te han sido confiados, déjalos a Ares, a Atenea; ocúpate tú de los deseos y de las obras del himineo". le dice su padre en la Iliada. Afrodita es protectora del matrimonio legítimo lo mismo que del amor carnal; desata pasiones desenfrenadas, y su belleza física insuperable entre las diosas del Olimpo, inspiró numerosas obras de arte a los más reputados artistas griegos.
El himno homérico dedicado a Afrodita, nos relata las circunstancias de su nacimiento: "...el húmedo soplo del céfiro la empujó sobre la blanda espuma a través de las olas del mar de tumultuosos ruidos. Las Horas la acogieron alegremente con cintas de oro y la envolvieron con vestiduras inmortales; colocaron en su cabeza una corona de brillante oro, maravillosamente trabajada; pasaron por sus horadas orejas flores de oricalco y de oro precioso; adornaron su delicado cuello y su níveo seno con collares de oro, de que estaban asimismo adornadas cuando se mezclaron en el palacio de su padre con los graciosos coros de las divinidades. Pero muy pronto terminaron su tocado: entonces, la conducen entre los inmortales; a su aparición, todos la saludan y le tienden la mano; todos desean tomarla por esposa y llevársela a su morada; todos están asombrados de la belleza de Citerea, coronada de violetas".
La leyenda más común era que el origen de Afrodita fue causado por la sangre procedente de la mutilación de Urano, referida al principio, y que cayó en el mar. Afrodita estaba, por su mismo origen, destinada a ser la deidad de la voluptuosidad. Allí donde pisaba iba creciendo la hierba, y tomó los nombres de Citerea por haberse acercado a Citerea y de Cipria por haberse acercado a la isla de Chipre.
El mito de Adonis es uno de los más importantes referidos a Afrodita. Como la virgen Mirra no la hubiera rendido culto, inspiró en ella una ciega pasión por su padre, Teias, rey de Asiria. Durante doce noches consigue satisfacer sus ilícitos deseos gracias a la complicidad de su nodriza, pero el padre termina por advertir que está cometiendo un involuntario incesto, y entonces intenta atravesar a su hija con la espada.Espantada la joven, invoca ayuda a los dioses, que la escuchan y la hacen desaparecer convirtiéndola en el árbol que llevará su nombre, mirra...Trascurridos diez meses, el árbol se entreabre y de él sale un muchacho cuya excepcional belleza seduce a Afrodita, que lo oculta de la mirada de los demás encerrándole en un cofre que entrega a Perséfone para que lo custodie. Sin embargo, su guardiana se enamora igualmente de Adonis y, cuando Afrodita se lo reclama, ella se niega a entregarlo. Acuden entonces ambas a Zeus para que haga de mediador, y éste, según relata Apolodoro de Atenas, "dividió el año en tres partes; una de ellas estaría a disposición de Adonis; debía pasar otra con Perséfone y la tercera con Afrodita. Pero Adonis dio a esta diosa la parte del año que le quedaba libre".
Adonis era un apasionado de la caza, y en ella encontró la muerte. Hallándose en día en el campo, un jabalí ale dio una terrible dentellada en el cuello que le abatió en estado de agonía. Afrodita presenció desde lejos la escena y corrió presurosa a ayudarle. En su precipitación, olvidó calzarse y una espina de un rosal se le clavó en un pie. Desde entonces las rosas, que siempre habían sido blancas, adquirieron el color rojo. La rapidez de la diosa en llegar al encuentro de su amado fue inútil y no pudo evitar su muerte. Colocó se cadáver sobre unas lechugas, que desde entonces recibieron virtudes afrodisíacas. De las lágrimas de dolor vertidas ante el fallecido, brotó la anémona.
Varias leyendas refieren el hecho del jabalí, y lo mismo se atribuye la muerte de Adonis a Ares, que, celoso, se metamorfoseó en aquel animal, que a Apolo, que se sirvió del mismo procedimiento para vengar a su hijo Erimanto, a quien la diosa había dejado ciego el día en que aquél la vio en el baño entre los brazos de Adonis.
Personaje a quien se rendía un especial culto en Grecia, Adonis era objeto de la más ferviente admiración. En su honor se celebraban unas fiestas, las Adonias, en las que jugaban las mujeres el papel más importante.
Hemafrodito es un personaje singular en la mitología griega, y dio nombre a la práctica o cualidad del hemafroditismo.Era hijo de Afrodita y de Hermes. Su parecido con los padres era notable, razón por la que le dieron sus dos nombres. En cierta ocasión, llegó a Caria, donde moraba una hermosa ninfa, Salmacia, quien apenas verlo quedó prendada de él. Según nos relata Ovidio, "antes de acercársele, a pesar de su viva impaciencia, arregla con arte su tocado, recorre con los ojos los pliegues de su vestido; puede, en fin, parecer bella". Después, y una vez que se ha acercado a él, le dice: "Niño, mereces ser tomado por un dios...¡Mil veces más dichosa demás la que es tu compañera o para la que te dignarás encender la antorcha de himeneo! Si la has elegido ya, un dulce hurto sea el premio de mi ternura; si tu elección no esta aún hecha, puedo yo fijarla y compartir contigo el mismo lecho". Como el muchacho no accediese a los deseos de la ninfa, ésta fingió alejarse.Creyendo que estaba solo, Hemafrodito se desnudó para darse un baño en el hermoso lago que allí había, cuyo cristal dejaba ver el fondo de las aguas.Una vez sumergido en él, "Salmacia se extasía. La vista de tantos encantos enciende en su alma deseos abrasadores. Sus ojos chispean, como resplandecientes rayos que refleja un espejo expuesto al sol. Difícilmente puede contenerse, a duras penas puede retardar su dicha: siente ansias de volar a sus brazos, ya no puede dominar sus deseos. Arrojándose al agua tras Hemafrodito, lo coge a pesar de su resistencia, le arrebata los besos que él le niega, enlaza con los suyos sus brazos, oprime su rebelde pecho y poco a poco lo envuelve por entero".
Como la resistencia de Hemafrodito no cediera, la hermosa ninfa le dice: "¡ Inútilmente te resistes, cruel! No te escaparás de mí. ¡Dioses, ordenad que nada pueda separarle de mí, ni a mí de él!"Los dioses han oído sus súplica: los dos cuerpos, juntándose, no forman más que uno; a la manera que vemos dos ramas pegadas una a la otra crecer bajo la misma corteza y desarrollándose juntas, así la ninfa y el pastor, estrechamente unidos por sus abrazos, no son ya dos cuerpos distintos; bajo una doble forma, ni son hombre, ni son mujer: parece no tener ningún sexo y tenerlos ambos. Viendo que en el seno de las aguas a las que descendió siendo hombre se ha convertido en medio mujer, y que sus miembros han perdido su vigor, Hemafrodito levanta los brazos al cielo y exclama con voz que nada tiene de varonil: "Conceded una gracia a vuestro hijo, que lleva vuestro nombre, ¡oh padre!, ¡oh madre! Que todo hombre, después de haberse bañado en esta agua, no tenga al salir más que la mitad de su sexo: que pueda ella, al tocarlo, destruir instantáneamente su vigor". Los autores de sus días, sensibles a la solicitud accedieron a este deseo; acogiendo a su hijo para consolarle en su desgracia, y vertieron sobre aquellas aguas una esencia desconocida.
El personaje del Olimpo privado de toda majestuosidad, a quien todos hacen burla, a quien su padre Zeus siente desprecio, es Hefesto. Creador del fuego, es, por tanto, generador de toda civilización.Padece de fatiga física, lo que le hace muy popular entre determinadas corporaciones, aunque el mismo tiempo pierde prestigio como divinidad.
Hefesto era hermano de Atenea, y por tanto hijo legítimo de Zeus y de Hera. Pero al contrario que su hermana, su nacimiento no fue saludado con demasiado júbilo. En himno homérico a Apolo, la propia Hera dice: "Solo entre los mortales, mi hijo Hefesto está enfermo y tienes los pies torcidos, porque en cuanto lo hube dado a luz yo misma, cogiéndolo con mis manos, lo precipité al vasto océano; sin embargo, la hija de Nereo, Tetis, la de los pies argénteos, lo recogió y, junto con sus hermanas, le prodigó cuidados". En efecto, Hefestos confirma esta narración en la Iliada: "Ella me salvó (Tetis) cuando caído de lo alto, me vinieron los dolores por deseo de mi madre (que deseaba ocultar mi enfermedad). Yo habría padecido males infinitos si Tetis, si Euricome, hijas del océano de los grandes reflujos, no me hubieran recibido en su seno".
A pesar del comportamiento que con él tuvieron sus progenitores, Hefesto demostró en varias ocasiones su amor hacia ellos. En la Iliada, tiene palabras de consuelo para su madre, que recibe la ira de Zeus: "Todos los dioses moradores del cielo gimieron en el palacio de Zeus. Pero Hefesto, el ilustre artesano, tomó el primero la palabra para consolar a su querida madre, la de los brazos de nieve, Hera:
"--¡Ah! Ciertamente, males espantosos, intolerables, ocurrirán si vosotros disputáis sí por causa de los mortales y promovéis alborotos entre los dioses; ni siquiera en el banquete se hallará placer alguno, porque prevalece el mal.Yo aconsejo a mi madre, aunque ya ella tiene juicio, que obsequie al padre, Zeus, para que no vuelva a reñirla y echarnos a perder el festín. Pues si el Olímpico fulminador quiere echarnos del asiento..., nos aventaja mucho en poder. Pero si le halaga con palabras cariñosas, en seguida el Olímpico nos será propicio.
" De este modo habló, y tomando una copa de doble asa, la ofreció a su madre diciendo:
"--Sufre, madre mía, y sopórtalo todo, aunque estés afligida; que a ti, tan querida, no te vean mis ojos apaleada sin que pueda socorrerte, porque es difícil contrarrestar al Olímpico. Ya otra vez que quise defenderte me asió por el pie y me arrojó de los divinos umbrales. Todo el día estuve rodando, y a la puesta del sol caí en Lemnos. Un poco de vida me quedaba, y los sinties me recogieron tan pronto como hube caído".
Como se ve , el cariño que sentía Hefesto por su madre era infinito. En cuanto a las relaciones con su padre, recordemos que éste acudió a él cuando, próximo a dar a luz a Atenea, pidió que Hefesto le asestara un hachazo en la cabeza, produciéndole la hendidura por donde nació la diosa.
Al dios cojo, al contrario que el resto de sus compañeros del Olimpo, no le atribuyeron los griegos demasiadas aventuras amorosas. Esposo de Afrodita, fue engañado por ésta con Ares. Aunque las fuentes se contradicen, parece que la más extendida opinión era que Eros fue fruto del matrimonio de Hefesto, quien tuvo también como hijo al pérfido Perifetes, bandido que asolaba los caminos golpeando brutalmente a los caminantes con una gran maza.
Hefesto constituye una de las figuras cuyo antropomorfismo estuvo más desarrollado. Es la deidad que más se aproxima al hombre y, aun cuando se principal atributo es el de creador del fuego, su representación más común es como herrero forjando magníficos objetos junto al yunque. Cuando Hera sorprende a Aquiles, el héroe de la guerra de Troya, luchando desigualmente con el río Janto, solicita ayuda al "divino herrero". La intervención de éste nos ha sido narrada por Homero:
Ya Hefesto ha encendido sus fuegos divinos: de pronto, los dirige por el campo y quema los innumerables cadáveres que yacen revueltos desde que Aquiles los hiriera; en un instante, la tierra se deseca y la inundación es contenida. A la manera que el otoño seca Bóreas prontamente los campos que la lluvia ha humedecido y alboroza al labrador, así Hefesto sanea por completo la llanura y consume los cadáveres: después, vuelve contra Janto sus dardos flamígeros. Los olmos se inflaman, luego los sauces, los tamarindos, los lotos, los juncos, la juncia, todas las bellas plantas que crecen en las orillas en la orilla del río. Las anguilas, los peces, suben y se sumergen aquí y allá, en lo más profundo de sus olas y de sus remolinos, abrumados por el soplo de Hefesto. Hasta el mismo río siente sur ardores.
En su taller de bronce, donde era capaz de fabricar prodigiosos e indestructibles objetos, Hefesto trabaja como un obrero, aunque el fruto de sus esfuerzos sea muy superior al de aquellos. Muchas divinidades recibieron regalos de él; Zeus el cetro y la égida, Démeter la hoz, Apolo y Artemis las flechas de sus carcajes, Atenas los címbalos argénteos que regaló después a Heracles, quien a su vez recibió del divino herrero una coraza de oro. A Helios y a Dionisio, les había regalado sendas copas de oro; a Ariadna, una diadema; y a Cadmo, un collar.
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